sexta-feira, 21 de junho de 2013

¿A Dilma y Lula les ha nacido un hijo rebelde? (Crônica do jornal El País)

Dilma se ha encontrado con el expresidente Lula, en São Paulo después del estallido de
protestas en la calle. Cualquier periodista hubiese dado lo que fuera por asistir a lo que los dos
se habrán dicho en este momento en que el país está en llamas. Ambos han sido los
protagonistas de una década de Gobierno en la que Brasil se impuso como un país con
voluntad de cambio real, sobre todo en el ámbito social, aunque también económico.
El mundo creyó en el despertar del gigante americano, cada día con más fuerza dentro del
continente y más integrado en la geopolítica mundial.
Se llegó a decir, quizás con excesivo énfasis, que la historia de Brasil se dividía entre antes y
después de Lula y Dilma, el extornero sindicalista y la exguerrillera llegada a la presidencia de
la mano del primer mandatario obrero de este país.
El presidente Obama llegó a afirmar que Lula era el político “más popular del mundo” y hoy se
dice que Dilma es la “segunda mujer más poderosa del planeta”.
La magia de los números llevó al mundo cifras envidiables de progreso: 30 millones de pobres
que se sentaban al banquete de la clase media; un país sin desempleo; un crecimiento
económico soñado en Europa; una fuerza de confianza mundial que hizo que se le otorgasen a
Brasil, juntos, el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos.
Lula y Dilma eran como esos padres que se sienten orgullosos de ver a sus hijos salir de la
penuria; ponerse la corbata para ingresar en la universidad; poder llevar un móvil en el bolsillo
junto con las llaves de una moto y hasta de un coche.
Los hijos crecieron, llegaron a saber más cosas de la vida y de la política que sus padres,
manejaban mejor que ellos todos los endiablados laberintos de la moderna tecnología de la
información.
Y empezaron a hacer preguntas a sus padres. Y se permitieron hacérselas hasta escabrosas.
Y lo que era peor, hasta a disentir de ellos. Llegaron hasta el extremo de reprocharles lo que
aún no les habían dado o a echarles en cara que lo que habían recibido estaba averiado, que
el juguete funcionaba mal.
Y lo peor fueron las preguntas impertinentes, como casi todas las que los hijos que crecen
hacen a los padres. Lula había llegado a elogiar el sistema de salud de Brasil con una frase
que hoy hubiese preferido olvidar. Dijo que había llegado "asi a la perfección", y añadió que en
Brasil hasta daban ganas de enfermarse para poder disfrutar de un hospital.
Los hijos fueron un día a uno de esos hospitales y vieron que era mejor estar sanos...



Nenhum comentário:

Postar um comentário